Revista Sep - Oct 2017

18. septiembre - octubre 2017 PERFILES P ienso que todo es posible siempre y cuando pongas tu mente en ello y trabajes para ello, tu mente controla todo. No puedes poner un límite a nada, cuanto más sueñas más lejos llegas y más consigues”. La frase podría haber sido expresada por cualquier exito- so CEO, líder de una gran empresa, durante una importante ponencia de negocios. Sin embargo la dijo Michael Phelps, el mejor nadador del mundo y el más laureado en la historia de los Juegos Olímpicos. En otra especialidad, pero exitoso al fin, Phelps no solo es poseedor de grandes victorias deportivas, sino de muchos logros y experiencias que inspiran y motivan, gracias a su fuerza de voluntad y esfuerzo. TEMORESVS PASIÓN Nacido hace 32 años, en el seno de una familia de clase media, en Baltimore, Estados Unidos, la vida de Michael Phelps, también llamado el “Tiburón de Baltimore” no fue tan fácil como podríamos imaginar. Ganar sus 28 medallas olímpicas, 23 de ellas de oro, conllevó un arduo entrenamiento a lo largo de toda su vida, del que ja- más desistió. Incluso, hasta debió ven- cer sus propios temores para lograrlo ya que, de pequeño, el nadador le tenía miedo al agua. Con problemas de atención duran- te su niñez, el joven Phelps fue una complicación para muchos de sus maestros. Su madre, Deborah, todavía recuerda la sentenciosa y descalifi- cativa frase de un docente: “su hijo nunca llegará a concentrarse en algo”. A pesar de haber sido diagnosticado con “Trastorno por déficit de atención con hiperactividad”, el tiempo demos- tró que el profesor estaba equivo- cado, y en esto tuvo mucho que ver la pasión, el trabajo y el tiempo que Michael invirtió en su nuevo deporte: la natación. A los siete años, Phelps nadaba duran- te horas. Debido a su problema de atención, la enfermera de la escuela lo desvinculaba de algunas de sus clases y él aprovechaba ese tiempo para liberar toda su energía nadando. Como todo hermano menor, llegó a este deporte tras los pasos de sus hermanas, Hilary y Whitney, quienes practicaban natación. Incluso, Whitney fue campeona de Estados Unidos en los 200 metros mariposa, pero una lesión de espalda la obligó a retirarse prematuramente. La pileta se había transformado en el nuevo refugio de Phelps, un espacio alejado de la prédica de sus maestros y de las discusiones de sus padres que anticipaban un próximo divorcio. Sumergirse en el agua lo ayudaba mucho más que el Ritalin, el medica- mento que le habían recetado para controlar su hiperactividad, mejorar su atención y tranquilizarlo. “En séptimo grado le dije a mi madre: ‘Se acabó el Ritalin. Ya no quiero más’” cuenta Phelps en “No Limits”, su autobiogra- fía, y se negó a seguir tomando la medicina. Tras esta decisión, toda su atención se concentró en la piscina y así comenzó a entrenar con intensidad en el North Baltimore Aquatic Club, el club de natación donde su madre trabajaba como administrativa. Desde los nueve años, su rutina se incremen- tó hasta llegar a nadar dos horas y media al día con tan solo once años. A los 10 ya había ganado un récord nacional entre los nadadores de su edad. LA FUERZA DEL TIBURÓN A pura motivación, el nadador Michael Phelps llevó el deporte de alto rendimiento al máximo nivel. Hoy es el atleta olímpico más galardonado de la historia, con una inspiradora historia de vida.

RkJQdWJsaXNoZXIy MTYzMzY=