Revista Sep - Oct 2017

35. wobi.com/magazine Rappitendero a su disposición así que, si lo necesitan, a las 9 de la noche también pueden pedirle ese dinero que se olvidaron de retirar, pero que deben utilizar mañana a primera hora”. Para Simón, el crecimiento de Rappi no se dio solo por la genialidad de sus socios, sino porque al momento de realizar la programación dejaron un campo abierto para que los usuarios pudieran pedir cualquier otra cosa, que no estaba detallada. Fue así, que los mismos usuarios los fueron guiando para seguir creciendo, según sus propios requerimientos. Ante estos nuevos pedidos de servicios, los jóvenes empresarios pusieron manos a la obra para resolver rápidamente las necesidades de sus usuarios; actuan- do, en lugar de quedarse en un simple debate interno, decidiendo qué hacer. Gracias a esa veloz interacción con sus clientes, Rappi se convirtió en la primera empresa del mundo que más rápido llegó a los 200 mil pedidos. Y esa cualidad le dio la oportunidad de aplicar para YCombinator, la acelera- dora de compañías de tecnología más importante del mundo. De ella salie- ron grandes empresas como AirBnB, Dropbox, o Instacart y entonces, los jóvenes colombianos también estaban dispuestos a intentar ser parte de ella. Sin embargo, la operación no fue tan sencilla, ya que cuando recién tuvieron la oportunidad de aplicar, la convocatoria había cerrado y el pro- grama ya había comenzado. Simón no se dio por vencido y, luego de insistir e insistirle a su socio Felipe Villamarín, encontraron la forma de poder pre- sentarse y quedaron seleccionados. “Era un sueño, no lo podíamos creer”, recuerda emocionado Simón. Comenzar a crecer Luego de aplicar, desde YCombina- tor, Simón Borrego y Felipe Villama- rín recibieron pasajes para volar y presentarse a una entrevista en San Francisco. Fueron siete horas de viaje, para ser entrevistados durante solo 10 minutos. No obstante, fue un momento muy intenso, donde rápidamente les realizaron varias preguntas. En la sala, junto a ellos se encontraban cuatro partners de YCombinator, todos ex emprendedores que habían construi- do sus compañías y las habían vendido por más de 800 millones de dólares, o habían sido parte de Google, como el caso de Paul Buchheit, el creador de Gmail, que también formaba parte de esa especie de comité de evaluación. “Habíamos leído mucho sobre esta entrevista y, según la experiencia de los que habían asistido, cuando uno salía se sentía realmente muy mal. Sin embargo, cuando nosotros salimos realmente sentimos que nos habíamos destacado” cuenta Simón. Las cinco horas que precedieron a la mini reunión, y que debieron esperar por el resultado de la evaluación, fue- ron las más largas de toda su vida. Si no entraban al programa, simplemen- te les mandaban un e-mail con las razones. Y si entraban, los llamaban. “En ese momento, solo pedía una y otra vez que por favor no me llegara ningún e-mail. Por suerte, al finalizar de esas cinco horas, nos llamó Paul Buchheit para decirnos: Señores, queremos invertir en ustedes” recuer- da Simón. A partir de ese momento, la histo- ria de Rappi comenzó a cambiar. Simón formó parte del programa de YCombinator, donde le ponían metas quincenales de crecimiento para cumplir y, los fundadores de grandes compañías lo apoyaban con men- torías. El crecimiento de Rappi fue de inmediato, mayor al de cualquier otra de las startups que compartía el programa junto a ellos. Ser parte de YCombinator no es fácil, a la convo- catoria aplican alrededor de 16 mil compañias, entran solo 90 y lograrlo es cinco veces más difícil que entrar a Harvard. Solo que aquí, no se com- pite contra estudiantes, sino contra empresas de alto crecimiento de tecnologías, de Silicon Valley. “Cuando llegamos a Silicon Valley teníamos muchos prejuicios y temores, pero nos dimos cuenta de que nuestros ingenieros colombianos estaban al mismo nivel que cualquier ingeniero de San Francisco. Allí confirmamos que nuestra gente tenía un talento igual, omejor, que el de todas esas empresas de alto crecimiento, con una sola diferencia: ellos se lo creían y nosotros, los latinoamericanos, no. Así que comencé a expandir mis propio límites, pensando en que sí podía concretar acciones de nivel mundial”. Ese pensamiento fue clave para que Rappi comenzara a crecer más y más. Y los partners de YCombinator apoya- ban a la empresa porque en ella veían una chispa especial. Tiempo de definiciones El final del programa en YCombinator llegó con el Demo Day, un evento del que participaron todos los grandes fondos de inversión de Silicon Valley, y cada startup presenta un elevator pitch, o discurso de presentación de su em- presa, de tan sólo dos minutos y medio. Los inversionistas los evalúan a través de una aplicación, similar a Tinder, donde eligen los proyectos que les interesan y los que no. Si a Rappi le iba bien, podría llegar a interesar a unos 30 inversionistas; si le iba más o menos, la cifra de in- versionistas podría llegar a unos 15; pero si su resultado era regular, solo unos 8 podrían llegar a interesarse; y si le iba mal lograrían 0 inversiones. “Si bien no es lo que uno espera, el 70% de las empresas se va con 0 interés de inversionistas. Por suerte nosotros logramos 160 intereses de

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