Revista Sep - Oct 2017
12. septiembre - octubre 2017 LO QUE DIJO: JUAN ENRÍQUEZ DISEÑARNOSOTROS MISMOS Éste es sólo un pequeño panora- ma de algunos de los cambios que ocurren cuando la tecnología pone un botoncito negro en el teléfono. Y la mayor parte de las empresas a las cuales está afectando o afectará este cambio no tiene la menor idea de que el mundo está a punto de cambiar de una manera radical. Un segundo ejemplo de esta transfor- mación son las impresoras 3D. Segu- ramente muchos de ustedes todavía no tienen una impresora de este tipo en sus casas pero, en 5 o 10 años, ya la tendrán y será el equivalente a un fax, a diferencia de que imprimirá en tres dimensiones. Hace algunos años las impresoras eran muy caras y toscas, y a pesar de que eran un objeto interesante, las considerábamos un mal producto. Sin embargo, en la medida que la tecno- logía avanza, estamos comenzando a imprimir desde millonésimas de metros hasta edificios de 8 pisos en 24 horas. Sí, en China pueden colocar una impresora e imprimir un edificio completo. Incluso, también se puede imprimir y fabricar todo tipo de objetos exis- tentes en Internet, hasta cosas que le costaría realizar a un artesano. En Tokio, así como hace 10 años había cafés de Internet por todos lados, ahora empiezan a existir los cafés de impresoras. Aquí, la gente imprime en acero, en cartón, en papel, en vidrio, o en plástico y, mientras lo hacen, los chicos se enseñan mutuamente: cómo diseñarlo, imprimirlo o fusionarlo. ¿Cuál sería el impacto de esto? Imaginen que compran un automóvil General Motors, y un cafecito para llevar. Sin embargo, advierten que el auto no tiene un lugar donde colocar el vaso. Entonces, regresan a General Motors y preguntan: “¿por qué no hay un lugar donde colocar el vaso?”. A partir de esta necesidad, en General Motors estudiarán el auto, mirarán el catálogo, verán si existe la opción de comprar el utensilio para colocar el cafecito, y se darán cuenta de que no existe. Entonces, mandarán un e-mail a la central, ellos lo estudiarán y, tres meses después, preguntarán al departamento de diseño industrial por qué no colocó un utensilio para el café en el auto. El departamento se dará cuenta de que así fue, realizará un estudio serio para evaluar por qué, y pedirá un presupuesto para poder concretarlo. Si se lo aprueban, a los dos meses llevará a cabo el estudio, luego elaborará un prototipo que mandará a la Feria del Automóvil de Detroit, y en la feria todos lo elogia- rán. Al término de todos estos pasos, pedirá un presupuesto para el diseño final, lo realizará y lo mandará a la fábrica. Sin embargo, en la fábrica considerarán que tardarán dos años en cambiar la línea de producción, así que recién dos años después estará disponible el utensilio para el café porque, así es - más o menos - como se diseña un automóvil. Esto no es una situación teórica, real- mente pasó con el primer automóvil Tesla que produjo un modelo sin el utensilio para el café. Sin embargo, a diferencia del auto de General Motors, el ingeniero que compró ese Tesla dijo: “no, yo quiero un utensilio para el café”, así que llegó a su casa, lo diseñó, y de paso colocó otro utensilio para el iPhone, otro para los lápices, y lo imprimió. Esa tarde salió con su nuevo gabinete central en el Tesla, y además subió los planos a la red. Entonces, todos los usuarios de Tesla, en lugar de esperar que la empresa les resolviera el problema, esa tarde imprimieron su propios utensilios. Lo que acabó pasando con Tesla es que el cliente ter- minó rediseñando el coche en menos de 24 horas. Porque si eso se puede hacer con un utensilio para café, tam- bién se puede hacer con los espejos del coche, con los spoilers, o con las defensas; y el cliente comienza a tener control del diseño del producto. Ante este avance, existen dos tipos de compañías: unas, muy estúpidas, a las que les asusta la tecnología y dicen “si cambias cualquier detalle de mi coche te quito todas las garantías”; y otras más inteligentes que alientan a sus clientes: “si encuentras una manera de mejorar mi producto, dime y te doy un premio”. Estas últimas, en lugar de tener
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