Membership-marzo-abril-2018
49. wobi.com/magazine L as ciudades no paran de crecer, y como afirma Juan Enriquez – autoridad mundial acerca del rol que las tecnologías emergentes ocupan en el campo de las ciencias de la vida, los negocios y la sociedad– los seres humanos han pasado a ser una “especie mayoritariamente urbana”. Según la OCDE (The Organisation for Economic Co-operation and Deve- lopment) se espera que la población mundial ascienda de 7 billones a más de 9 billones de habitantes para 2050. Si no se toman medidas drásticas el crecimiento económico y demográfico tendrá un impacto medioambiental y social sin precedentes (1) . Por esto, y más que nunca, las ciudades necesitan desarrollar un proceso participativo y flexible de planificación estratégica a largo plazo. Conseguir que en el futuro sean sostenibles y cómodas para los ciudadanos depende, entre otras cosas, de proyectos de innovación que las conviertan en ciudades ‘inteligentes’. Anthony Townsend, consultor de tecnología especializado en la inves- tigación sobre las implicaciones de la tecnología en las ciudades y las institu- ciones públicas, define a las ciudades inteligentes como el resultado de “la gestión creativa de las urbes con la última tecnología, tanto en el diseño y planeamiento como en la optimización de todo proceso, para hacerlas más productivas y más ecológicas”. Este tipo de concepción de metrópolis actual pareciera ser la única alternativa para que la creciente población mun- dial se mantenga en armonía entre si y con el medio ambiente. La tecnología permite entender la forma en que las personas interac- túan entre si y con el ambiente a su alrededor a partir de la recolec- ción de información, por ejemplo mediante sensores urbanos y geo tracking, para luego rediseñar las ciudades con el objetivo de mejorar la movilidad y la vida de los ciudada- nos. El uso de la tecnología para este tipo de casos abundan, por nombrar algunos: en San Francisco se usan los datos de movilidad que aportan las empresas Uber y Lyft para analizar los flujos del tráfico vehicular; Barcelona cuenta con una calle con alumbrado inteligente: en la Avenida Josep Ta- rradellas hay un sistema de sensores de proximidad llamado LumiMotion que regula la potencia de la luz cuan- do reconocen peatones; y en Nueva York se tomaron los datos de la app Yelp para estudiar los patrones de consumo de los ciudadanos y turistas: analizaron los comentarios que los usuarios dejaron sobre cada comercio y sacaron patrones en común de los distintos segmentos socioeconómicos de los que habitan en la ciudad. Como nunca antes ocurrió en la historia de la humanidad, el mundo físico se convirtió en la mayor fábrica de datos digitales en tiempo real. Caminamos por las calles rodeados de sensores, dispositivos y conexiones de todo tipo. Bien aprovechados, los datos masivos se convierten en una inmejorable ayuda para mejorar la gestión del transporte, la seguridad, la salud, la energía, la economía, la infraestructura y la cultura. También la basura y el agua de una ciudad. Y hasta el diseño en la señalética. El transporte urbano, tanto público como privado, es el rubro donde más se ve la irrupción y la utilidad de los da- tos. La congestión es uno de los mayo- res problemas de las grandes ciudades
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