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78.

septiembre - octubre 2016

MARKETING

hay que realizar un plan de medios. Y, de acuerdo con ese plan, si es necesario

descomponer el comercial en fragmentos más pequeños, lo haremos. Pero, en

definitiva, es un proceso que va de mayor a menor: “¿Cuál es la historia que

queremos contar? ¿Cuál es la mejor manera de hacerlo? Y, finalmente, ¿cuál es la

forma correcta de ejecutarlo?”.

Acaban de lanzar la primera campaña global de Under Armour relacionada

con el fútbol. Cuando se trabaja en campañas mundiales, el lenguaje usado

pone en evidencia las diferencias culturales. ¿Cómo se hace para mantener

el equilibrio?

Es muy difícil. Apenas empezamos a involucrarnos en ese tipo de campañas,

advertimos que gran parte de la discusión que tenemos con otras personas —so-

bre películas, música, publicidad, cualquier cosa— depende de los matices y del

contexto local. Pero siempre buscamos el factor común principal que une a todos

aquellos con los que tratamos de hablar sobre un tema. Afortunadamente, con la

campaña de Under Armour hemos tenido una audiencia muy específica: jóvenes

jugadores de fútbol. Están unidos por ese deporte. Y se caracterizan por una acti-

tud que los vincula a todos: la fortaleza mental para enfrentar múltiples retos, uno

tras otro. Es lo que se ve en el trabajo que hicimos. Utilizamos nuestra red global

para validar ese espíritu. Hablamos con cazadores de talentos, entrenadores y

personas dedicadas a la enseñanza del fútbol a los jóvenes. Después probamos

la hipótesis en diferentes países para detectar si se aplicaba también en ellos; y

funcionó, lo cual fue genial.

vivimos una época en la que los millennials están convirtiéndose en el grupo

de consumidores dominante. detrás de ellos viene la llamada “generación

Z”, actualmente compuesta por adolescentes y niños. A medida que se tor-

nan mayoría entre los consumidores, ¿cómo cambia la forma en que orienta

las campañas?

Lo que une a las personas de un mismo grupo etario es, de hecho, el interés o

el comportamiento. En la campaña de Under Armour, por ejemplo, apuntamos

a niños de cierta edad que juegan al fútbol. Más allá de la edad, lo que los unía

era el fútbol. Siempre tenemos en cuenta, desde nuestro punto de vista y el de

los medios, cómo se comporta y en qué piensa el grupo de personas para el que

trabajamos. En cuanto a los consumidores jóvenes, hay ciertos comportamientos

de marca que son cada vez más importantes a medida que el tiempo pasa, pero

no creo que estén limitados necesariamente a los millennials o a la Generación

Z. Lo cierto es que las personas les exigen transparencia a las marcas. La interac-

ción que una marca tiene con su público es tan directa que, en la actualidad, hay

una expectativa por parte de los clientes, y especialmente los jóvenes, de que

haya una relación honesta con la empresa. Esperan un lenguaje marcado por la

transparencia, pero no tienen problemas a la hora de vincularse con las marcas.

También vemos ejemplos de personalización. Hay numerosas herramientas dis-

ponibles para que las marcas personalicen sus mensajes. Y creo que es algo que

se está convirtiendo en una expectativa para las personas. Es posible encontrar

patrones fuera de la publicidad. El tipo de servicio personalizado que ofrecen

empresas como Uber, por ejemplo. De esa manera se establece un estándar, y las

marcas deberían adoptarlo.

Cuando trabaja en una campaña específica, ¿qué hace si la empresa pro-

pone algo contrario a lo que usted pensaba ofrecerle? ¿Cómo se llega a un

término medio?

En general, trabajamos lo más cerca posible de nuestros clientes y de todos los

Un nombre

asociado al éxito

Mucho ha cambiado desde 2006,

cuando Droga5 abrió su oficina en

la calle Lafayette de Nueva York,

con un pequeño equipo. Hoy, el

logo de Droga5 (palabra que la

madre del fundador bordaba en

las camisetas de David, su quinto

hijo) adorna el lobby de la sede en

un deslumbrante edificio de Wall

Street, donde trabajan alrededor

de 600 personas.

El año 2015 fue espectacular para

la agencia: sus ingresos rondaron

los US$ 126 millones, cifra que

representó un aumento del 62%

respecto de 2014. El salto es enor-

me, dado que el crecimiento anual

de Droga5, desde su fundación,

había sido del 31%.